Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la primera causa de muerte en Uruguay y en el mundo, y están estrechamente vinculadas a diversos factores de riesgo; algunos no son modificables (como la edad y los antecedentes familiares), otros lo pueden ser parcialmente (diabetes e hipertensión) y otros sí lo son, ya que responden a hábitos de vida (mala alimentación, tabaquismo, obesidad y tabaquismo). El control de estos factores no sólo previene la aparición de ECV sino que contribuye a su tratamiento y evita su progresión.
La prevención de las enfermedades cardiovasculares se define como un conjunto de acciones coordinadas dirigidas a la población con el fin de eliminar o minimizar su impacto y las discapacidades asociadas. La mortalidad de la enfermedad coronaria ajustada por la edad ha disminuido desde la década de los 80, debido a medidas preventivas como las exitosas leyes antitabaco.
No obstante, la obesidad y la diabetes han aumentado significativamente, como consecuencia de la mala alimentación. Por eso es importante que toda la población conozca e incorpore hábitos de vida saludables: actividad física, dieta saludable, evitar el tabaco y el consumo de alcohol. La eliminación ción de hábitos no saludables haría posible disminuir en al menos 80% las enfermedades cardiovasculares.
La formación de buenos hábitos alimentarios es un excelente instrumento para prevenir enfermedades y promover la salud de la población. Una dieta adecuada tiene un efecto positivo de por sí y sobre otros factores de riesgo, como la hipertensión, el colesterol, el peso corporal y la diabetes.
La ingesta de calorías debe limitarse a la cantidad de energía necesaria para mantener o conseguir un peso saludable. En los adultos el peso saludable se define por el Índice de Masa Corporal (IMC), que se calcula dividiendo los kilos por los metros al cuadrado (kg/m2): si el resultado obtenido es una cifra entre 18,5 y 24,9, se considera correcto; el sobrepeso se define como un IMC mayor a 25 y la obesidad a partir de 30. La mortalidad por cualquier causa es menor con un IMC de 20-25 en personas de menos de 60 años, mientras que el peso saludable en ancianos es mayor que en jóvenes o adultos.
La actividad física regular es otro pilar de la prevención, para las personas de todas las edades: disminuye la mortalidad cardiovascular y por cualquier causa, y mejora el estado físico y la salud mental.
En suma, los buenos hábitos son la mejor estrategia para prevenir, controlar y evitar una evolución acelerada de las enfermedades cardiovasculares.
Dra. Daniela Korytnicki
Jefe de Cardiología Clínica en INCI
Guía de alimentación Cardiosaludable, INCI, 2018